La educación inclusiva argumenta al desafío de brindar una mejor educación para todos, en la que cualquier niño o niña pueda anunciar en la vida del colegio que los padres elijan, con otros niños y niñas de su edad y con los apoyos necesarios para su plena participación (Cortés, 2010; Inclusión Internacional, 2009). No es una habilidad para encajar personas en los sistemas y estructuras de la sociedad, se trata de convertir esos sistemas y estructuras para hacerlos mejores para todos. Posibilita la colaboración de todos los estudiantes en los procesos escolares garantizando una buena experiencia y evidenciando buenos resultados. Hace énfasis en aquellos grupos de estudiantes que podrían estar en riesgo de marginación, supresión o bajo rendimiento, para asegurar que sean monitoreados y establecer los pasos que se requieren para su presencia, participación y su propio desempeño en el sistema pedagógico.
La educación inclusiva es la vía para conseguir una educación para todos, ya que significa… Ofrecer una educación de calidad, sin discriminación de ninguna naturaleza. Transitar hacia un enfoque que considere la diversidad de identidades, necesidades y capacidades de las personas, favoreciendo el pleno acceso, la conclusión de estudios y los logros de aprendizajes de todos, con especial atención a quienes se encuentren en el escenario o riesgo de exclusión. Eliminar o minimizar las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de todo el alumnado. Muchos estudiantes experimentan dificultades porque no se tienen en cuenta sus diferencias en los procesos de enseñanza y aprendizaje disminuyéndoles la accesibilidad al currículo y su oportunidad de aprender (Cortés, 2010).